Lucila
Gamero de Medina. Novelista hondureña. Considerada una de las primeras mujeres escritoras
en el género novela que alcanzan a producir una obra literaria, sólida y
vanguardista, para la sociedad y las mujeres de su tiempo.
Provenía de una
familia que, sin ser rica precisamente, pertenecía a la clase alta. “Tenían la
idea de ser descendientes de españoles”, dice el escritor hondureño Juan Ramón
Martínez. Es por ello que Lucila se comporta con la dignidad y prestigio que su
familia pretendía tener.
Sus hermanos fueron
Gilberto Gamero (médico), Carlos Gamero (compositor musical), y José Manuel,
mejor conocido como Manuel de Adalid Gamero, quien hasta hoy es
considerado el padre de la música hondureña, por sus significativos aportes en
esa disciplina artística.
Gamero montaba a
caballo, dirigía una hacienda y era dueña de una farmacia. Fue tildada de
varonil e inmoral. En 1898 se casó con el señor Gilberto Medina, un hombre
rico, pero relativamente inculto, que había sido Juez en Danlí.
Tuvo 2 hijos. Doña Aída Cora Medina viuda de Sevilla y don Gilberto Gustavo Medina, ya fallecidos. Se dice que cuando murió, no le dieron el responso en la iglesia, debido a sus críticas hacia la jerarquía. Extrañamente, su tumba tampoco tiene lápida.
Su visión feminista y
avanzada la convirtieron en una mujer incomprendida, y también tuvo que lidiar
con la insatisfacción de su género. Ella quería ir a estudiar a Guatemala junto
a su hermano, pues tenía vocación de doctora, pero tuvo que conformarse con
ejercer empíricamente lo que leía en los libros.
El 2 de febrero de
1946 junto a un grupo de sufragistas organizaron la sociedad femenina
panamericana y el 5 de marzo de 1947 organizaron el comité femenino hondureño,
afiliado a la Comisión Interamericana de Mujeres con el objetivo de obtener
derechos políticos para las mujeres y luchó por el derecho de las mujeres al
voto o sufragio, hecho que pudo ver materializado en 1957.
Además publicó la
revista «Mujer Americana», el tercer diario feminista del país, después del
diario Navasde Atlántida y el diario Atenea de Cristina Hernández de Gómez
impreso en el Progreso desde 1944.
No se sabe de cuál de
sus dos padres hereda su vena literaria, pero sí que desde joven se dedica a
escribir. Su primera novela fue Amalia Montiel, 1895, que publica por capítulos
en el semanal El Pensamiento, que dirigía en Tegucigalpa, Froylan Turcios, el
primer medio literario en dar espacio a las mujeres.
Lucila mantenía correspondencia con
Turcios y con una hermana de este, Rafaela, a quien parecía unir una gran
amistad. Gamero también tiene el honor de publicar la primera novela del país, Adriana
y Margarita, 1897, de un total de siete novelas y un libro de cuentos.
No obstante a su persistencia y
capacidad, en la publicación de Froylán Turcios, Gamero aparece como una simple
colaboradora y no se hace mención de sus novelas ni crítica literaria alguna.
Era una actitud mezquina en la que, sin duda, tenía que ver el hecho de que
ella fuera mujer.
Blanca Olmedo
En Blanca Olmedo los protagonistas gozan
de una exquisita educación que les permite usar siempre un lenguaje refinado.
En las tertulias a las que asisten estos personajes se ejecutan piezas
musicales famosas en Europa. El lugar de la acción aparece como una ciudad
indeterminada en algún país del continente americano. Es hasta la última página
del libro que nos damos cuenta que la acción se desarrolla en la ciudad de
Danlí, Honduras, de dónde también es originaria la autora, Lucila Gamero de
Medina.
Su abundante producción literaria ocupa
el período tardío del romanticismo de la novela hispanoamericana; el amor
y la familia, son los grandes temas que ocupan la mayor parte de sus argumentos
narrativos. Su novela más divulgada es Blanca Olmedo
Es la primera de las novelas hondureñas
que realmente merecen ese nombre. A más de un siglo de haber sido escrita,
gracias a la acertada distribución de los elementos narrativos, la pulcritud
del estilo y a señalamientos ideológicos que rompen el mortal silencio respecto
de cuestiones de conciencia, la obra posee vitalidad en los mensajes que se
formulan en confrontación directa con la realidad.
¡Muy interesante el tema! Me encantó la redacción...
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